
Los paneles solares capturan la energía del sol y la convierten en electricidad mediante un proceso llamado efecto fotovoltaico. Cuando los rayos solares inciden sobre las celdas de silicio de los paneles, generan una corriente eléctrica continua que luego se transforma en corriente alterna, apta para el uso doméstico o industrial. Este sistema permite reducir la dependencia de fuentes de energía tradicionales y disminuir el impacto ambiental.
En cuanto a eficiencia, los paneles solares residenciales convierten entre el 15 % y el 22 % de la energía solar en electricidad utilizable, dependiendo de la calidad del panel, la ubicación y las condiciones climáticas. Aunque ese porcentaje puede parecer bajo, es suficiente para abastecer parcialmente o por completo el consumo eléctrico de una vivienda, especialmente si se combina con baterías de almacenamiento.
La instalación inicial puede ser costosa, pero a mediano plazo representa un ahorro significativo en la factura de electricidad. Además, es una inversión que contribuye directamente a reducir las emisiones de carbono. Cada vez más hogares y empresas están apostando por esta tecnología, no solo por economía, sino por compromiso ambiental.