
El “síndrome del impostor” es una sensación constante de no merecer los logros personales, a pesar de tener evidencia clara de habilidades y éxitos. Quienes lo experimentan suelen pensar que su éxito es cuestión de suerte o que han engañado a otros para llegar donde están. Este fenómeno afecta tanto a estudiantes como a profesionales, incluso a personas con trayectorias admirables.
El origen puede estar ligado a patrones de crianza exigentes, perfeccionismo o entornos laborales altamente competitivos. También influye la presión social y compararse constantemente con los demás. Aunque no es un trastorno mental como tal, sí puede causar ansiedad, baja autoestima y agotamiento emocional si no se maneja adecuadamente.
Para enfrentarlo, es clave reconocer y aceptar los logros propios. Hablar del tema con personas de confianza, buscar terapia psicológica y llevar un registro de metas cumplidas son pasos útiles para combatir esa voz interna que descalifica. Recordá: no es modestia, es inseguridad disfrazada, y con práctica, se puede domar.