
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ha formulado una petición personal a los líderes de la Unión Europea para que el catalán sea reconocido como lengua oficial dentro del bloque comunitario. Esta solicitud, presentada en una reunión reciente, presuntamente obedece a una estrategia política fundamental para mantener el apoyo del partido Junts per Catalunya, clave en la actual arquitectura parlamentaria española. Sánchez calificó la medida como un paso decisivo para “salvar el Rubicón” con los independentistas catalanes, subrayando su dimensión más política que cultural.
Una lengua, un compromiso político
Más allá del reconocimiento lingüístico, la iniciativa refleja el delicado equilibrio de poder en el Congreso. El apoyo de Junts fue determinante para la investidura de Sánchez y lo sigue siendo para la viabilidad de su agenda legislativa. Según versiones preliminares, la oficialidad del catalán representa una de las exigencias más firmes del bloque independentista, por lo que su cumplimiento podría traducirse en una mayor cohesión del gobierno de coalición y en la posibilidad de avanzar con otras medidas estructurales pactadas.
Riesgos y oportunidades para la estabilidad política
Una consecuencia directa de esta gestión es el posible fortalecimiento de la posición de Sánchez ante sus socios parlamentarios, lo que le permitiría consolidar apoyos para reformas clave y garantizar la estabilidad de la legislatura. No obstante, si la petición no es aceptada por los socios europeos, presuntamente podría deteriorarse la relación con Junts, generando tensiones internas y complicaciones para la aprobación de presupuestos o leyes estratégicas. El desenlace de esta iniciativa marcará un punto crítico en la gobernabilidad de España y en su influencia diplomática dentro de la UE.