
Los deepfakes son videos falsos creados con inteligencia artificial que pueden imitar la voz y el rostro de cualquier persona. Aunque comenzaron como un experimento tecnológico, hoy son una preocupación global por su capacidad para manipular la realidad.
Desde discursos falsos de políticos hasta videos íntimos creados sin consentimiento, los deepfakes pueden dañar reputaciones, influir elecciones y poner en riesgo la privacidad. Aunque la tecnología tiene usos positivos, como en el cine o la educación, los riesgos son muy altos.
Expertos y gobiernos están desarrollando herramientas para detectarlos, pero el desafío es que estas técnicas también evolucionan rápidamente. ¿Estamos preparados para un mundo donde no todo lo que vemos es real?