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Sindicatos y empresarios han retomado las negociaciones sin avances más allá del salario mínimo, tras múltiples intentos infructuosos para llegar a acuerdos en un sector muy precarizado que genera 3.000 millones de euros al año y abarca los invernaderos de Almería.

La llamada huerta de Europa, la agricultura intensiva bajo plástico que produce al año en la provincia de Almería más de 3,5 millones de toneladas de frutas y hortalizas, con unos ingresos que se aproximan a los 3.000 millones de euros, tiene a sus más de 40.000 trabajadores sin convenio colectivo desde hace nueve años, un caso sin parangón en el resto de España.

El último convenio se firmó en 2013 y expiró en 2015. Desde entonces, el reloj laboral está parado en el campo almeriense, donde los sindicatos no han conseguido acordar con los empresarios un nuevo marco laboral para un sector clave de esa provincia y uno de los más importantes de Andalucía.

En este tiempo, tan solo la aprobación en el Congreso de la reforma laboral y un notable incremento del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) han supuesto una mejora para los trabajadores de los invernaderos que ocupan más de 32.000 hectáreas de terreno. ¿Por qué un sector que genera tanto dinero, tanto trabajo, que es la columna vertebral de toda una provincia es incapaz de llegar a un acuerdo para actualizar y mejorar las condiciones laborales y salariales de sus empleados?

invernaderos

Desafíos en la negociación por los invernaderos

El secretario general provincial de CCOO, Antonio Valdivieso, dice a Público que el empresariado es un colectivo “muy reacio, muy particular”, con el que resulta muy complicado negociar avances para sus trabajadores.

En los últimos meses, las organizaciones empresariales ASAJA, ASEMPAL y COAG y los sindicatos CCOO y UGT han retomado las negociaciones para intentar, por enésima vez en casi una década, aprobar un nuevo convenio, pero, una vez más, el diálogo no está siendo nada fácil.

El principal escollo, según Valdivieso, es que el empresariado no quiere negociar desde la base de los avances del anterior convenio, sino empezar desde más atrás, desde cero. Para UGT, “todo sigue igual”, porque “cuesta la vida” arrancar una mínima mejora.

Y del otro lado, ASEMPAL y ASAJA, que ha criticado duramente la subida del SMI sin tener en cuenta las “particularidades específicas” del sector agrario, han eludido contestar a las preguntas de Público. Por su parte, COAG considera, sin embargo, que el acuerdo puede estar próximo.

Negociar desde cero supondría saltarse, por ejemplo, los complementos de antigüedad que se fijaron en el anterior convenio, trienios y quinquenios que, según CCOO, los empresarios se niegan a pagar.

Desafíos en el pago y las mejoras laborales

“Quieren el salario mínimo puro y duro, porque eso lo tienen que pagar por imperativo legal. Pero no reconocen ningún otro complemento salarial, ni antigüedad, ni plus de transporte ni nada. Por encima del SMI ni agua”, asegura su responsable provincial. La secretaria provincial de UGT, Carmen Vidal, también lo ve bastante negro. Después de 14 reuniones, asegura que no han llegado a ningún acuerdo sobre la parte del convenio más importante: la salarial. “Están intentando mantener las tablas salariales en base a la subida del SMI aprobada por el Gobierno. Y nos falta negociar la conciliación, los permisos, toda la parte social, el transporte, la seguridad en el trabajo”, añade.

Beneficios en medio de las dificultades laborales

Lo que no entienden los sindicatos es la cerrazón del empresariado hortofrutícola almeriense a negociar mejoras para sus empleados, cuando se cierran campañas con unos grandes resultados económicos, merced a un incremento de la producción y de las exportaciones a otros países europeos.

El último informe de la entidad financiera Cajamar refleja que en la campaña 2021-2022 se registró “un máximo histórico” con la exportación

Publicado por: Editor Minuto30

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