
Un ambiente laboral tóxico se caracteriza por falta de comunicación, presión excesiva, competencia destructiva y desmotivación constante. Este tipo de entorno puede afectar no solo la productividad, sino también la salud mental y física de los empleados.
Señales comunes incluyen jefes autoritarios, chismes constantes, falta de reconocimiento y ausencia de oportunidades de crecimiento. Estos factores generan ansiedad, insomnio y hasta enfermedades crónicas.
Identificarlo a tiempo permite tomar decisiones: buscar ayuda, conversar con recursos humanos o incluso cambiar de empleo. La salud emocional vale más que cualquier salario.