
Los pensamientos previos al sueño influyen directamente en la calidad del descanso. Preocuparse, repasar problemas o anticipar situaciones estresantes puede dificultar la conciliación del sueño y provocar despertares nocturnos.
Por el contrario, practicar técnicas de relajación, meditación o gratitud antes de dormir ayuda a calmar la mente y favorece un sueño reparador. Crear una rutina nocturna relajante, lejos de pantallas y estímulos, también contribuye a mejorar la calidad del sueño.
Dormir bien es esencial para la salud física y mental. Cuidar los pensamientos y emociones antes de acostarse es un hábito sencillo que puede marcar la diferencia.