Aunque los vidrios templados son conocidos por su resistencia, también pueden llegar a estallar de forma repentina. Este fenómeno se debe a factores como impurezas internas (especialmente níquel-sulfuro), tensiones mal distribuidas durante la instalación o cambios bruscos de temperatura. Cuando uno de estos factores se combina con una presión mínima, puede generar una ruptura espontánea, incluso si el vidrio parecía en buen estado.
Otro motivo común es el mal uso del vidrio templado en aplicaciones que requieren resistencia estructural. Por ejemplo, si se instala incorrectamente en balcones o puertas sin el soporte adecuado, se vuelve más propenso a fallos. También puede fracturarse si ha recibido golpes en los bordes, donde es más vulnerable, aunque el daño no se note de inmediato.
Para prevenir estallidos de vidrio templado, lo ideal es adquirir productos certificados, verificar que la instalación esté bien hecha y evitar el contacto con objetos punzantes o golpes. Además, existen tratamientos térmicos adicionales como el “heat soak test” que pueden reducir significativamente el riesgo de ruptura espontánea.