Durante años, el horno microondas ha sido objeto de controversia, con rumores que van desde “destruye los nutrientes” hasta “causa cáncer”. Sin embargo, la ciencia ha sido clara: los microondas no representan un riesgo para la salud si se usan correctamente. Este electrodoméstico calienta los alimentos mediante ondas electromagnéticas que hacen vibrar las moléculas de agua, generando calor.
Estudios han demostrado que el microondas no vuelve radiactiva la comida, y en algunos casos, puede conservar mejor los nutrientes que métodos como hervir o freír. Por ejemplo, calentar verduras al vapor en el microondas puede preservar más vitamina C que cocinarlas en agua. La clave está en usar recipientes adecuados y evitar plásticos no aptos para microondas, que sí podrían liberar sustancias tóxicas como el BPA.
En resumen, el microondas no es un enemigo en la cocina, sino una herramienta eficiente. Usándolo con sentido común y recipientes seguros, no solo ahorrás tiempo, sino que también podés mantener el valor nutricional de tus alimentos sin riesgos.