En un contexto alarmante, se revela que cada 20 días se suicida un guardia civil o un policía nacional, una estadística que revela una problemática silenciada en el ámbito de la seguridad. Se cuestiona la disparidad de recursos y atención entre los casos de violencia de género y los suicidios en el gremio, con 150 millones de euros destinados a proteger a 54 mujeres asesinadas frente a la aparente falta de inversión para prevenir los 4.000 suicidios anuales. La ausencia de estudios exhaustivos sobre las causas y presiones que llevan a los agentes a esta extrema decisión genera una incertidumbre sobre el apoyo y la comprensión institucional.
El testimonio resalta la carencia de apoyo psicológico y herramientas de afrontamiento para los agentes, expuestos a situaciones traumáticas y sin una red de contención adecuada. La falta de intervención preventiva y el desinterés por comprender las razones detrás de estos actos ponen en evidencia una falta de empatía y reconocimiento del problema dentro de la estructura corporativa. Ante la falta de respuestas institucionales, se hace hincapié en la necesidad de que los sindicatos tomen acciones concretas, incluyendo el apoyo de psicólogos externos, para brindar una ayuda efectiva a los compañeros afectados.
VIDEO: El grito silenciado: Las voces de los agentes de seguridad
El contraste entre los recursos dedicados a la violencia de género y la aparente negligencia frente a los suicidios entre agentes de seguridad refleja una priorización desigual de los problemas sociales y una falta de sensibilidad hacia la salud mental de quienes arriesgan sus vidas en el cumplimiento del deber. La falta de atención a esta grave situación pone de manifiesto la necesidad urgente de un enfoque integral que aborde las causas subyacentes y brinde un adecuado apoyo psicológico a los miembros de los cuerpos de seguridad.
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