El aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas atraviesa una crisis sin precedentes debido a la permanencia de más de 500 personas sin hogar que, desde hace un mes, han ocupado distintas zonas de las terminales. Este fenómeno, que ha convertido al principal aeropuerto del país en un refugio improvisado, ha derivado en condiciones de insalubridad visibles, con reportes de plagas como chinches y piojos, acumulación de basura y un entorno cada vez más degradado para pasajeros y trabajadores.
Según versiones preliminares, esta situación ha encendido las alertas en materia de salud pública, al tiempo que impacta negativamente en la operatividad y en la imagen internacional del aeropuerto. Los empleados han manifestado su inquietud por la falta de control y limpieza, mientras que los usuarios expresan malestar por una convivencia cada vez más difícil con las personas afectadas. El deterioro de la infraestructura y la tensión creciente reflejan una problemática que desborda la capacidad de gestión habitual del recinto.
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Frente a este escenario, se hace imprescindible una respuesta articulada por parte de las autoridades locales y nacionales que permita, por un lado, ofrecer atención digna a quienes se encuentran en situación de vulnerabilidad, y por otro, restablecer las condiciones sanitarias y de seguridad del aeropuerto. La ausencia de una solución integral podría acarrear consecuencias estructurales a largo plazo para uno de los principales puntos de entrada a España.