Barcelona ha comenzado la puesta en marcha “progresiva” de 74 fuentes ornamentales tras la aparente superación de la sequía, con el objetivo de que todas funcionen en junio. Esta medida busca recuperar el atractivo visual de la ciudad, que había permanecido inoperativo por el ahorro de agua durante la escasez hídrica.
La consecuencia inmediata será el retorno gradual de un elemento distintivo del paisaje urbano, lo que presuntamente mejorará la experiencia de residentes y visitantes. La recuperación de las fuentes podría tener un impacto positivo en el turismo y señalar una mejora en la gestión de recursos hídricos.
Desde la gestión urbana y la sostenibilidad, esta decisión refleja un equilibrio entre la preservación de recursos hídricos en escasez y el mantenimiento del atractivo de la ciudad. Para CEOs con intereses en Barcelona, especialmente en turismo y hostelería, podría ser un indicador de recuperación económica.